El Método Palabras Mágicas resignifica la alfabetización, basándose en la psicología genética y el socioconstructivismo. Propone un aprendizaje activo, crítico y significativo, respetando las hipótesis de los estudiantes y construyendo conocimiento desde la experiencia y el sentido.
El método Palabras Mágicas tiene sus raíces más profundas en las ideas de Piaget y Vygotsky, así como está anclado en los supuestos de la psicología genética de Emilia Ferreiro (1979, México) y Esther Grossi (1990, Brasil), teórica de la cual fui auxiliar de pesquisa directa en este país.
Además, la estructura de Palabras Mágicas está apoyada en:
Gerard Vergnaud (1990), psicólogo: teoría de los campos conceptuales y transposición didáctica.
Henri Wallon (1987), psicólogo: construcción de la conciencia a través del otro, el medio, el movimiento y la emoción.
Jerome Bruner (1988), psicólogo: teoría de andamiaje y categorización de conceptos como proceso de aprendizaje.
Sara Paín (1999), filósofa y psicopedagoga: relaciones entre el cuerpo y el aprendizaje, y la función de la ignorancia como motor de saber (el error no existe).
Ana Luiza Smolka (1993), psicóloga: alfabetización como proceso discursivo.
Paulo Freire (1968), pedagogo: aprendizaje crítico, social y cultural.
Jacques Rancière (2004), filósofo: afirmación de que “todas las inteligencias son iguales”.
Adicionalmente, nuestra experiencia de 32 años en alfabetización ha mostrado en la práctica que trabajar textos, palabras y letras desde la integralidad, la construcción y los sentidos, y no desde la fragmentación y la linealidad del código alfabético, resulta en prácticas más eficientes, respetando los procesos cognitivos de los estudiantes.
Durante mucho tiempo se pensó que el proceso de enseñanza-aprendizaje debía configurarse en la transmisión y la recepción. Esto llevó a una supervaloración de la percepción, la atención y el silencio. Sin embargo, aunque las condiciones eran adecuadas para la recepción, muchos estudiantes seguían sin aprender.
Gracias a la profundidad de la obra de Piaget, Wallon y Vygotsky, se ha demostrado que la transmisión y la recepción no garantizan el aprendizaje. El acto mental verdadero es de construcción y ruptura, de búsqueda de conexiones, realización de asociaciones inteligentes y formulación de hipótesis.
Es fundamental entender que las hipótesis de los estudiantes no siguen la lógica de los contenidos a enseñar. La lógica de los contenidos es comprensible solo para quien ya la conoce, y pretender transmitirla linealmente es un error didáctico.
Así como un niño aprende a hablar sin control previo sobre los sonidos y las palabras, sumergido en el mundo del habla, debe aprender a escribir sumergido en el mundo de la escritura, mediante acciones coordinadas y significativas.
Proponemos, entonces, una inmersión en la escritura, basada en la psicología genética, en la construcción activa, y no en una simple transmisión de contenidos.
El siglo XXI exige la construcción activa y social del conocimiento. No se trata solo de enseñar “qué aprender”, sino principalmente de pensar en “cómo enseñar”.
Somos una comunidad educativa que cree en la alfabetización mágica, el pensamiento crítico y el placer por aprender.
Cali, Colombia
j.pereira@farodeladidactica.com
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